sábado, 27 de febrero de 2010


Cuando amanece un día gris

Amanece en la ciudad y es un día lluvioso, nublado, triste, apagado. A pesar de ello, a muchos no les desagrada la lluvia, prefieren admirar los cristales mojados de una ventana y observar como descienden de ellos las gotas mientras que disfrutan de una taza de café caliente.
Hoy es uno de esos días en los que se percibe fácilmente que la gente sigue su camino por mera inercia, acude a su trabajo, a la escuela, a visitar un amigo, de regreso a casa y a pesar de ello no sé ve mucha actividad por las calles.
En estas personas se percibe en sus miradas una chispa de melancolía. Recuerdan el pasado, sueñan despiertos, recuerdan lo que ya no puede ser porque no pueden volver atrás. El tiempo no perdona y no suele otorgar segundas oportunidades. Los transeúntes tienen que conformarse con el aquí y el ahora.
Es entonces cuando mirar el cielo gris bajo un paraguas despierta el deseo de ser una gota, una de las miles que descienden a gran velocidad, las únicas que son capaces de unir el cielo con la tierra, de jurar un amor eterno bajo un paraguas; de caer sin hacer daño, de limpiar la maldad, incluso, de hacer decir aquello que en otras circunstancias nadie ha dicho nunca.
Seguir el camino de todos los días hacia la escuela en éstas circunstancias hace preferible no salir, quedarse en casa bajo las cálidas cobijas de una cama, disfrutando de la programación televisiva, de un caldo caliente o de la compañía de un ser querido.
Lo cierto es que cuando amanece así este tipo de días, normalmente se desea que el sol vuelva a aparecer, que el cielo esté despejado, que pare de llover. Pero nunca se puede estar contento con lo que se tiene y cuando se tiene ya no se quiere tanto.
Si llueve se quiere sol, y si hace sol mejor que llueva. Que si es invierno, que llegue el verano. ¿No sería más fácil disfrutar del momento?, ¿disfrutar de la lluvia, del sol, de la nieve? Siempre estamos en descontento ¿quién nos entiende?
Reflexionar cómo se piensa disfrutar de la lluvia si ha dejado a un grupo numeroso de familias con un hogar hecho trisas, agua sucia que invade sus casas, sus muebles, sus piernas, su vida. ¡Que disfruten los que no viven en esas circunstancias!
La lluvia nos ha llenado más del medio día de agua. Es un día triste para recapacitar, para estar en contacto con uno mismo mientras el transcurso de las horas continua y no se detiene a pensar ni hacerte compañía. Es más: Mañana será otro día.
Al parecer el cielo se está despejando y ha comenzado a salir el sol, se puede disfrutar del aroma a tierra mojada, penetrante como el aroma del café recién hecho. El día apenas comienza para muchos de nosotros.
El atardecer ha llegado y ya no hay más nubes negras, tonos rosados, rojos y amarillentos tiñen el cielo que dentro de poco tiempo habrá oscurecido llevándose consigo esas gotas que descendían por la ventana.

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